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WOLFMOTHER: 'COSMIC EGG' [RETRO-RESEÑA]


La visión de ese enorme huevo de la carátula podría despistarnos y hacernos creer que estamos ante otra obra surrealista de Dalí, pero no, estamos ante otro tipo de arte. Tampoco es que fuéramos tan mal encaminados con lo de la pintura del genio de Figueres, en absoluto. Si sus huevos pictóricos simbolizan la vida en el útero materno, el amor o la esperanza, este disco supondría la esperanza depositada por el Rock sobre las bandas nacidas durante la primera década del siglo XXI. El disco en cuestión es Cosmic Egg y la banda, Wolfmother.

Aunque para ser exactos habría que referirse a la segunda etapa de Wolfmother. En 2008 los australianos protagonizaron uno de los culebrones musicales del año cuando, con un único disco en el mercado —el homónimo de 2005—, Chris Ross (bajo y teclados) y Myles Heskett (batería) abandonaron la formación. Teniendo en cuenta que el grupo había sido cosa de tres hasta ese momento, la situación en la que Andrew Stockdale (voz y guitarra) quedó no era la mejor. No obstante, tampoco se dio por vencido y reconstruyó la banda gracias a Ian Peres (bajo y teclados), Aidan Nemeth (guitarra) y Dave Atkins (batería). Así pues, este cuarteto se encargó de dar forma al segundo trabajo de estudio de los australianos. Grabado en la ciudad de Los Angeles, California, durante el primer semestre de 2009, Cosmic Egg fue publicado a finales del mes de octubre.

Se trata de un muy buen disco de sonidos encontrados; desde el Hard Rock hasta el Blues, pasando por el psicodélico, pero en el que predomina el Heavy Metal de finales de los 60 y principios de los 70. Brillante en líneas generales —pese a un flojo último tramo— y con infinidad de detalles en los que detenerse y disfrutar:

  1. California Queen: Enorme, tanto que extraña cómo no ha sido el primer sencillo. Arranca apuntando maneras y, a medida que pasan los segundos, no hace más que confirmar nuestras mejores sospechas. Superado el primer minuto (01:12) cuenta con un punto y seguido a partir del cual continúa con más ritmo aún. Todo un guiño al Heavy Metal. 
  2. New Moon Rising: Su gran handicap es ocupar la segunda posición del listado, sin duda. ¿Por qué?, porque de haber sido ella la primera y, por ende, no aparecer tras una canción mayúscula, habría lucido mucho más. Con esto también afirmamos que el single es otro gran tema, aunque —como socio del “club de las segundas oportunidades”— necesite una  escucha más para convencernos del todo.
  3. White Feather: Muy psicodélica y con cierto regusto a Supertramp en su estribillo, así se nos presenta la tercera pista. Y pese a su ritmo, después de dos tan rápidas y frenéticas, nos la tomaremos como un descanso. Además, ofrece algo diferente a lo escuchado anteriormente y lo hace sin desentonar —demasiado— y preparándonos para lo que está por llegar...
  4. Sundial: Otro acierto, con Stockdale cantando al más puro estilo Ozzy Osbourne — o al menos a mí me lo parece—. Engaña más que la anterior, porque, a pesar de su guitarreo inicial, el teclado  intentará  hacerla pasar por lenta. Nada, si se dice que “la pela es la pela”, en nuestro caso “la púa es la púa”. Esos riffs pueden hacer escuela.
  5. In the Morning: Si White Feather sorprendía sin escandalizar, ésta no puede decir lo mismo. Y eso que recuerda sobremanera a Led Zeppelin, pero desafortunadamente —para ella— no estaba en el lugar adecuado. Una canción más entre dos superiores.
  6. 10,000 Feet: Atención, volvemos a manipular material inflamable. La sexta tiene pólvora y mecha para hacer temblar al más pintado, perdón, para hacer moverse al más pintado. Tal vez no resulte tan "marchosa" como otras, pero cuenta con una percusión formidable. No marcar el ritmo con el pie sería impensable.
  7. Cosmic Egg: Aquí va el primer “carné de la asociación de ni fu ni fa” —y con honores—. Podríamos escuchar el tema una y otra vez hasta perder el conocimiento… y ni con esas.
  8. Far Away: Es lo que tiene un buen disco, que no permite retener el borrón en la memoria por mucho tiempo. De esto mismo se encarga la pista número ocho, que elimina al instante cualquier mal recuerdo. Aires brit-pop cálidos y muy recomendables, tan buenos que la llevan en volandas directamente hasta situarla entre las mejores. Far Away, ¿la tapada del pelotón?
  9. Pilgrim: Aviso —a navegantes—, no confundir con The Pilgrin de Iron Maiden, aunque al margen del título no hay más similitudes... Si la una es Heavy sí o sí, la otra no sabe muy bien qué es. Juega al despiste continuamente; marea y eso pasa factura. Ni fu ni fa.
  10. In the Castle: Mejora el asunto porque apuesta desde un comienzo por el Hard Rock. Otra cosa es que logre subir del simple aprobado —“que va a ser que no”—, pero el sabor de boca que deja no es malo.
  11. Phoenix: Más de lo mismo, aunque pensándolo mejor no toda la culpa es suya. A estas alturas del listado la banda ha puesto sobre la mesa todas sus cartas y la carne en el asador. Corremos el riesgo de que el disco se nos haga largo, a menos que lo remedie un buen broche...
  12. Violence of the Sun: El tema rompe con la dinámica de las tres anteriores y el oyente se lo agradece. Sus más de seis minutos de duración no aburren porque tienen de todo y con en una buena dosis de energía. A diferencia de otros casos, en esta ocasión la localización está de su lado.
 
Texto: Alberto C. Molina

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